CONTRA EL PLAGIO
Ellos,
los que sacan de paseo su más fiera mediocridad,
los que rugen desde sus gargantas enajenadas,
los genios de la nada que el improperio viste con los colores
que la ira reconoce en el instante.
Ellos,
que te besan con el fuego salvaje de sus infectas tintas,
tristes bestias que no alcanzan
a desgranar el fruto para sementar la tierra
ni a levantar el pan y cosechar el beso,
pero te hieren pues ese es su destino de sierpe.
Ellos,
que salen al paso del poeta
en las llanuras cubiertas de miel
y que hunden sus garras
en el néctar que la palabra liba,
mancillando su raíz virginal.
Ellos,
los todos poderosos señores de la miseria,
vienen rompiendo los sueños
que los enamorados posan en las esquinas.
Yo combato su incompetencia desbocada
con las armas que al poeta defienden,
con mis versos, hoy vestidos de guerra.
los que sacan de paseo su más fiera mediocridad,
los que rugen desde sus gargantas enajenadas,
los genios de la nada que el improperio viste con los colores
que la ira reconoce en el instante.
Ellos,
que te besan con el fuego salvaje de sus infectas tintas,
tristes bestias que no alcanzan
a desgranar el fruto para sementar la tierra
ni a levantar el pan y cosechar el beso,
pero te hieren pues ese es su destino de sierpe.
Ellos,
que salen al paso del poeta
en las llanuras cubiertas de miel
y que hunden sus garras
en el néctar que la palabra liba,
mancillando su raíz virginal.
Ellos,
los todos poderosos señores de la miseria,
vienen rompiendo los sueños
que los enamorados posan en las esquinas.
Yo combato su incompetencia desbocada
con las armas que al poeta defienden,
con mis versos, hoy vestidos de guerra.
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